lunes, 12 de octubre de 2015

Rindes ganaderos: Claves para lograr altas producciones de carne por hectárea

La Depresión del Salado es un área eminentemente dedicada a la ganadería y especialmente a la cría bovina. Es sabido desde hace muchos años, que su productividad es muy baja (del orden de los 80-90 kg. de carne/ha.), fundamentalmente debido a sus pobres condiciones edáficas y de relieve, que muchas veces exponen a los establecimientos a severas alternancias entre sequías e inundaciones.


En la búsqueda de alternativas de manejo para que la ganadería mejore sus niveles de productividad, los técnicos de la Estación Experimental Cuenca del Salado del INTA, en la Chacra Experimental Integrada Chascomús (CEICh MAA-INTA), durante casi una década han impulsado módulos productivos que proponen mejorar el manejo de los rodeos de invernada.

La estrategia contempla que los condicionamientos impuestos por el ambiente son algunos de los factores que hacen que la productividad no alcance los niveles que debería. En tal sentido señala que “influye principalmente que la actividad ganadera se basa sólo en el aprovechamiento de pastizales naturales poco productivos, sin la debida elaboración de reservas forrajeras que permitan atenuar las fluctuaciones estacionales en la producción de forraje, que en los pastizales de la región son muy marcadas”.

Algunas claves:

La Chacra Experimental Integrada Chascomús del Ministerio de Asuntos Agrarios – INTA, condujo durante varios años una unidad de producción de cría vacuna con un manejo racional que permitió lograr resultados altamente satisfactorios, alcanzando producciones de 157 kg. de carne por hectárea en promedio de 10 años. Se incluyó además en esta unidad un  planteo la invernada de los machos producidos por el rodeo de cría, ocupando tan sólo poco más del 10% de la superficie, generando un notable incremento en la producción física del establecimiento, 21% más en producción de carne, que alcanzó así los 190 kg/ha. Esto a su vez significó un fuerte impacto en los márgenes de la explotación, aumentando el margen bruto un 46% respecto de la cría pura.

Esto permitió a los técnicos del INTA generar un importante cúmulo de información para estimar de modo certero el potencial ganadero de la zona y entender cuáles son algunas de las claves para lograr altas producciones de carne por hectárea.

Con los módulos de producción se pudo observar que resulta de gran importancia “producir la máxima cantidad de forraje”, puesto que “ha sido la dieta base de los animales, participando con el 91%, el 9% restante de la dieta promedio de los siete años provino de la suplementación con maíz o sorgo”. Por tal motivo es necesario “intentar que el forraje este bien distribuido a lo largo del año, o que se relacione con los requerimientos ganaderos”, al tiempo que se debe lograr eficiencia en la utilización de dicho forraje”, de acuerdo con las especies o la especie más importante, dependiendo de la estación del año.

Al respecto señalan que “para intentar mantener una buena producción de forraje durante todo el año es necesario incluir diferentes cultivos y mezclas de pasturas, que se deben ir renovando según la rotación del potrero”. Para el diseño de la cadena forrajera y el suministro de cultivares adecuados el INTA contó con la colaboración de la empresa Barembrug, co-fundadora del Módulo de Invernada pastoril de la CEICh que se mantiene desde 2003.

Además señalan que “la calidad del forraje ofrecido es otro de los aspectos a observar” ya que “a veces la cantidad no es tan limitante como la calidad para obtener buenas performances ganaderas en invernada”.

Junto al manejo adecuado de los recursos forrajeros los módulos demostraron que “realizar a tiempo técnicas como fertilizaciones, suplementación y corte para reservas de forraje, ayudó a transformar más pasto en carne”.

Resultados a campo:

El promedio de producción de carne obtenido en los siete años es de 570 kg por hectárea, con una variaron aproximada de 120 kg. Esto, según los técnicos del INTA “demostraría la gran estabilidad de este sistema, en comparación con las diferencias por efecto año en otras actividades como la agricultura ocasional en suelos marginales, cuyo riesgo es mucho mayor”.

Según los referentes a cargo de los módulos productivos, “las diferencias entre años se explican mayormente por efectos ambientales en la producción forrajera y el nivel de suplementación que tuvieron, aunque en general éste fue muy bajo.  También otra razón que explicaría diferencias es la carga animal, expresada en EV/ha. y cabezas por hectárea.

Contemplando los actuales precios ganaderos y la baja o nula aptitud agrícola de los suelos en donde se realiza la invernada, los técnicos entienden que “se trata de una alternativa complementaria a la cría, que mejoraría el margen global del establecimiento y diluiría riesgos al diversificar actividades”.

Para mayor información:

EEA Cuenca del Salado INTA Chacra Experimental Integrada Chascomús. (INTA –MAA)

Referentes: Ing.Agr. Matias Bailleres | Ing.Agr. Daniel E. Sarena | Med.Vet. Gustavo Melani.


(elcronistadiario.com)

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