Los árboles frutales podrían ser una plausible solución al problema que plantea la degradación de los suelos por desertización. Los árboles contribuyen a la disminución del CO2 atmosférico, ofrecen calidad y seguridad agroalimentaria y son un mitigante de los excesos hídricos por aumento de precipitaciones.
Por Renata Hanow* | Para Hora 25 Rural
Hace muchos años se viene produciendo en los suelos agrícolas un "cansancio" por el exceso de monocultivos, que agotan los suelos hasta que se vuelven más improductivos, pese al uso de fertilizantes químicos que no alcanzan a proveer el servicio que aportan las bacterias y hongos en la descomposicion de la materia orgánica, proceso que requiere del descanso de los suelos. También la pérdida de estructura y la liberación del carbono del suelo por laboreos consecutivos que aumenta el deterioro del mismo. A esto se suma, que, por incrementar los campos agrícolas ganaderos, se han talado millones de hectáreas de bosques para tal uso, cambiando así los ecosistemas y el mismo clima, aumentando la frecuencia de desbordes de ríos por la falta de los contenedores y reguladores del ciclo hídrico que son los mismos árboles en su diversidad de especies. Aquí se expone una posible solución frente a este conjunto de factores que ponen en riesgo nuestro bienestar.
Variedades de árboles frutales para Argentina
En Salta y Jujuy se implantan variedades tardías de árboles de naranja, mandarina y pomelo, además de bananeros y mango. En Tucumán la producción está orientada a plantas de limón. Entre otros árboles frutales de la zona se encuentra la palta también.
Los árboles frutales actúan de la misma forma que los árboles forestales o de bosque, en el sentido que con sus raíces fuertes contribuyen a mantener la estructura de los suelos prolongando en los años rentables de la producción, la ocupación del sitio. De esta forma no se producen frecuentes laboreos, puesto que en zonas de tierras arcillosas, la siembra directa no funciona del mismo modo que en tierras sueltas.
En las provincias de Misiones, Corrientes y Entre Ríos, se cultivan principalmente naranjas, mandarinas, limones y pomelos. En el Delta prosperan ciruelos, manzaneros, membrillos y durazneros. Estas provincias caracterizadas por estar rodeadas de los ríos Paraná y Uruguay, atraviesan por períodos críticos de inundaciones en la que el aumento de precipitaciones producen desbordes pero también es notable destacar que se suman otros factores a este inconveniente climático, como el cambio del uso del suelo y la corriente del Niño. Los árboles como el eucalipto consumen durante sus primeros años gran cantidad de agua actuando como reguladores del ciclo hídrico. Asimismo los árboles frutales contribuyen con su implantación a la absorción de los excesos de agua a la vez que producen alimentos frescos y que se pueden procesar en una cadena productiva y agregando valor como en el caso de la producción de jugos.
En Mendoza y San Juan, en el oasis, se cultivan vid y membrillos, nogales, ciruelos, damascos, durazneros, perales, manzanos, cerezas, membrillos, almendras, higos. La desertización del ecosistema mendocino es preocupante. Para evitar la desertización en las regiones en las que avanza, es indispensable tener un control sobre las pasturas que ayudarían primariamente a la conservación de la humedad de estos suelos. Implementar tecnología para la conservación de la humedad y evitar el sobrepastoreo de ganado menor contribuiría a aumentar gradualmente la recuperación de las zonas en cuestión. Existen además cría de ganado menor a corral con forraje, por lo que esta vía es una manera que contribuye a la regeneración de pastos.
En Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Chubut, manzanos y perales caracterizan la región además de la producción de ciruelos, duraznos, cerezas, guindas y moras entre otras. Esta zona es altamente productiva. Es importante recordar que no solamente la producción de frutas frescas hacen a la región tanto para consumo interno como para exportación, sino que la comercialización de enlatados como cocteles en almíbar, fabricación de mermeladas y jaleas demanda una alta industrialización lo que genera un valor agregado y una cadena productiva que emplea a muchas personas y atrae inversiones.
Formosa, Chaco y norte de Santa Fe, se destacan en menor grado la producción de árboles cítricos. En Formosa prospera la producción de bananas, así como Palta y Pomelo. Estas zonas también presentan altas precipitaciones y aunque en menor grado se cultiva, sería muy conveniente aumentar la producción sobre todo en zonas cercanas a ríos y suelos donde han sido utilizados otros cultivos agrícolas, para ir rotando y reestructurando suelos, aumentando la producción frutícola y preparando así suelos para en un futuro ser reutilizados en otras producciones. De manera que con un control técnico se obtuvieran datos del estado de los suelos por zonas, puesto que en una misma región se producen mosaicos con suelos pedregosos, o de calizas, arcillosos, limo arenosos, entre otras estructuras, por lo que la producción varía de acuerdo a estas variables. Sin embargo una deficiencia físico-química puede tan sólo producir menos, por lo que se apuesta a correctores de suelos y fertilizaciones controladas. Esto vale para todas las regiones.
En Buenos Aires, Santa Fe y Delta Bonaerense, se cultivan duraznos, mandarinas y limones, membrillo y damasco. Pero en las regiones donde se cultiva soja, trigo, girasol, maíz han presentado en los ultimos tiempos deterioro de los suelos, siendo una solución la siembra directa y el aporte de rastrojos de cosechas anteriores para evitar que en suelos de lomas, por las altas precipitaciones y erosiones eólicas se traslade sedimento provocando pérdidas de suelos. Sin embargo podrían realizarse campos mixtos con la introducción de mosaicos de árboles frutales. Distribuidos estrategicamente los árboles producirían frutos sin mermar la producción del campo, a la vez mitigaría la erosión de suelos, proveería un descanso a la labor cultural de las parcelas mas deterioradas y terminado su ciclo productivo serían reutilizados para biomasa, fabricacion de instrumentos de cabos de madera, muebles o para la utilidad más rentable de acuerdo a las características físico-mecánicas de la madera.
En Santiago del Estero, Córdoba y San Luis, se producen damascos, duraznos, ciruelas, higos, manzanas, limones, naranjas, mandarinas. Los árboles frutales también se componen de carbono, cuando van desarrollandose, capturan el dióxido de carbono de la atmósfera y lo incorporan en su madera, contribuyendo al bienestar ambiental, la disminución de la polución y la renovación de oxígeno del planeta.
En Catamarca y La Rioja, mandarinas, duraznos, damascos, membrillos, y cerezas se desarrollan en estas provincias. Implantar más árboles traería múltiples beneficios en todos los órdenes. En la pirámide alimentaria, las frutas y verduras ocupan el segundo lugar luego de las pastas y el pan. La naturaleza tiene un orden, y si este orden es estable y sabemos apreciarlo y volver a redirigirlo hacia el equilibrio sustentable de las regiones en Argentina, no solo estaremos ayudando al planeta, sino brindando el ejemplo de la calidad alimentaria que merecemos todos, además de cuidar los suelos que son los principales proveedores de alimentos naturales y que según los últimos estudios están sufriendo un alto deterioro por la demanda mundial de alimentos, pero también por otras actividades como la mineria a cielo abierto, contaminación de napas y caudales, y la liberación de gases de efecto invernadero que aumenta las precipitaciones y vientos provocando pérdidas del mantillo.
Manejando estratégicamente los cultivos y dejando parcelas en descanso con aportes de materia orgánica de otras parcelas o abono orgánico de animales, los hongos y bacterias proveerán nuevamente a la descomposición de la materia orgánica y así humificando los suelos no se perderán en el futuro por desertización. La cadena agro industrial aumentaría la actividad y puestos de trabajo en materia de consumo interno y exportación de productos de valor agregado, enseñando el consumo saludable a la población.
* La autora es Técnico Forestal y columnista exclusiva de Hora 25 Rural y Hora 25 Forestal
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