Redacción Hora 25 Rural
La historia de la calabaza cucurbita maxima es digna de una leyenda americana. Lleva mas de 8 siglos extinta, pero en 2008 se lograron rescatar sus semillas en unas vasijas encontradas en la reserva india de Menominee.
Cuando la calabaza fue encontrada en el 2008 se le entregaron las semillas a Winona LaDuke, fundadora del White Earth Land Recovery Project, y defensora de los alimentos utilizados por los nativos. Fue Winona LaDuke la que le dio a la calabaza el nombre de Gete-okosomin que en idioma Anishinaabe quiere decir «vieja gran calabaza». Winona LaDuke es quien ha colaborado muy activamente en su recuperación.
Las pruebas de carbono dijeron que las semillas tenían 850 años de antigüedad, razón por la que las semillas fueron entregadas en 2014 a un selecto grupo de agricultores de la reserva india Lac Courte Oreilles Ojibwe, descendientes de la reserva en que fueron encontradas las semillas.
Desde entonces, unos estudiantes de la Universidad Canadiense de Menominee han sido también uno de los grupos elegidos para cultivar cuidadosamente esta centenaria variedad con muy buenos resultados. Tanto es así que esta calabaza no sólo ha vuelto a la vida, sino que ya ha empezado a ser cosechada por varios granjeros en Canadá y Estados Unidos.
Las semillas han sido cultivadas de manera tradicional, y la calabaza ha resucitado de manera natural; sus vides han alcanzado los siete metros, y cada una de ellas ha producido unos ejemplares que han llegado a medir casi un metro y a pesar cerca de 8 kilos.
Los estudiantes universitarios de Seed Keeping, que también la han cosechado, describen su sabor como delicioso, con toques de melón, una excelente textura, y abundante carne. Gracias a esta nueva producción, Brian Etkin, coordinador del jardín de aprendizaje de la universidad le ha dicho a los medios como que las semillas fueron encontradas en un recipiente del tamaño de una pelota de tenis, y que ahora están plantándolas para generar más semillas con la intención de volver a poner esta variedad en las mesas de los descendientes de la tribu de la que son representativas.
Un estudio histórico del vegetal arroja algunas claves sobre su desaparición. Esta tuvo lugar hacia 1.800, y se produjo cuando muchas de las tribus indias Anishinaabe se vieron desplazadas a medida que los inmigrantes europeos conquistaban más territorio y destruían sus cosechas para forzarles a emigrar a las reservas. Los nativos abandonaron el cultivo de la Gete-okosomin, y la variedad acabó por extinguirse.
Ahora, y gracias a esta curiosa iniciativa, la calabaza volverá a la mesa. Los ejemplares originales ya han producido cinco generaciones de semillas que se han entregado al American Indian Center. © Servipress.info
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